CARACOL MUSICAL
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A los teremines no les gusta descansar. Adheridos al metal, recogen lo que el mar desecha mientras su melodía se acopla al llegar a la cápsula. Más que cápsula, flor que atrapa, amplifica y reverbera el sonido. Cuando éste logra escapar, sólo puede correr de una infraestructura a otra, encapsulado y servicial. La orquesta lo usa como telón de fondo. Las bailarinas tratan de romper su monotonía pisoteándola a ritmo de pirueta. Un sonido encerrado en espiral que ya ha quedado.

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